22.1.09

Subcoop (o cómo contar historias a través de imágenes).-


“De alguna manera, el proyecto tiene ese trasfondo político que significa intentar trasmitir emociones a través de la fotografía e intentar generar cambios a través de la imagen.” Así definen sus miembros al fundamento de la cooperativa que crearon en 2006, pero que tuvo génesis en la crisis de 2001. Se trata de seis jóvenes que, con sus cámaras, buscan mostrar las múltiples otras caras de las realidades parciales que circulan en los medios de comunicación masiva, agregándole a su labor fotoperiodística su pulso y ojo artístico: “Antes del clic está la idea, y luego la foto”, le explicaron su técnica a Agencia NAN.


Por Nahuel Lag
Fotos gentileza de Subcoop

Buenos Aires, enero 22 (Agencia NAN-2009).- “Asambleas, piquetes, cacerolazos. En ese momento la fotografía se daba paralelamente a los acontecimientos sociales y políticos. Salíamos a la calle a cualquier hora cumpliendo una labor periodística, pero de contrainformación", explica el fotógrafo Ignacio Smith sobre la situación que vivió el país en medio de la crisis de 2001 y 2002, que sacó a la calle a muchos jóvenes, a retratarla con sus cámaras. Pero lo vivido en aquellos días, además, se convirtió en la génesis de la Subcoop, un espacio en el que seis fotógrafos buscan expresar sentimientos, dar voz a las problemáticas invisibilizadas sin caer en la lógica del reportero de medios, sin dejar de lado lo artístico, pero sin olvidarse, tampoco, de que deben vender para poder sobrevivir.

Las manifestaciones de 2001 y la lucha en la que continuaron los movimientos de desocupados en 2002 fueron los puntos de encuentro de Nicolás Pousthomis, Sebastián Hacher e Ignacio Smith. La naciente Indymedia, una agencia de noticias alternativa que forma parte de una red mundial de contrainformación homónima, fue el soporte donde publicar los primeros trabajos.

Luego de un período de renovación creativa, en 2006 se puso en marcha la cooperativa de fotógrafos “Sub”, en la que también trabajan Nancy Lucero, Olmo Calvo Rodríguez y Gisela Volá. Sus fotorreportajes buscan, desde allí, mostrar otra cara de la realidad, con un objetivo claro: romper con la lógica del fotorreportero de medios.

“Los fotógrafos de medios están insertos en una lógica que limita la concepción fotográfica, no da riendas sueltas a la expresión de la imagen. Tiene que seguir una línea editorial en la que la lógica es que sos un empleado más. Por eso, en la cooperativa está el espíritu de lo que hacemos: laburar sin jefe, compartiendo conocimientos, herramientas. Y también peleándonos, pero siempre desde una lógica puramente fraternal”, explicó Smith.

Con la “Sub” como búnker ubicado en la casa de Nicolás y Gisela, las reuniones son constantes para enfrentar “dilemas” como ver con qué medio u organización se trabaja y a quién se le vende. En la actualidad, los trabajos son publicados en la revista MU, de Lavaca.org, otro medio alternativo; en el Centro Cultural de la Cooperación, en revistas del grupo La Nación y en medios del exterior.

“Siempre estamos en el brete de vender fotos a los medios, pero apuntamos a conciliar lo que es el ingreso económico con nuestra vocación y el arte”, asegura Ignacio. Ahí, el espíritu de la cooperativa. Los ingresos se comparten y otro poco sirven para pagar el alquiler y los viajes a los barrios o a los países vecinos, según el proyecto de cada artista. Sin pensar en la venta sino en la realidad que buscan reflejar, clic tras clic.

- ¿Por qué Sub?
- Refleja lo que intentamos transmitir a través de la fotografía: aquello que está tapado pero latente. Los medios de comunicación masiva reflejan un sector muy parcial de la realidad social y desde la cooperativa lo que queremos es reflejar la otra historia.

- La fotografía, cuando muestra la realidad, también la recorta. ¿Cuál es el recorte que hacen desde Subcoop?
- El recorte está condicionado por la concepción social o ideológica que mamamos durante estos años. Nos sentimos ligados a la gente que retratamos. No da lo mismo retratar una modelo que una comunidad mapuche que está defendiendo sus tierras en Neuquén. El recorte estaría en reflejar la realidad desde el lugar de la gente. De alguna manera, el proyecto tiene ese trasfondo político que significa intentar trasmitir emociones a través de la fotografía e intentar generar cambios a través de la imagen. Esto también nos diferencia con lo que hacíamos durante los primeros años, que era buscar sólo la noticia y la denuncia.

- ¿Creés que dejaron de lado la denuncia?
- No sé por dónde pasa “la denuncia”. En aquel momento creímos que era estar constantemente mostrando la represión del Estado, pero lo que transmitimos ahora puede llegar a ser mucho más radical: mostrar gente que muchas veces es invisibilizada por los medios o demonizada, a quienes nosotros le damos cierto espacio de expresión. Tampoco nos creemos unos vanguardistas que vamos a tomar la voz de los otros, pero sí llevársela al resto de la sociedad.

- ¿Cómo se refleja esa evolución en las fotos?
- Por ejemplo, antes íbamos a los piquetes y sacábamos fotos a los encapuchados (por los piqueteros que utilizan sus remeras como pasamontañas dejando ver sólo sus ojos) y terminábamos siendo la otra cara de la misma moneda. Los medios demonizaban así a los movimientos de desocupados y nosotros los reivindicábamos desde el mismo fetiche. Tuvimos que encontrar la vuelta para no mecanizar la fotografía.

- En la actualidad, ¿qué es lo que los saca a la calle?
- Nuestra lógica fue cambiando: de estar en la calle, pase lo que pase, fue mutando en algo con más contenido, no tan sometido a la coyuntura diaria sino a cuestiones más estructurales. Entonces, se trata de que el recorte sea lo menos acotado posible, expresando la realidad de la gente como un todo y no a partir de detalles que puedan ser más llamativos o más mediáticos. Nuestra idea es contar historias a través de las fotografías, con una línea de interpretación que siguen las fotos de cada reportaje.

“Cada reportaje” significa cualquiera de los alrededor de cincuenta que los seis fotógrafos realizaron. Y la “línea de interpretación” consta de series de fotos que permiten contar una historia sin la necesidad de recortarla en una sola imagen. “El trabajo que se hace desde los medios es justamente boicotear la verdadera historia que hay detrás de una imagen”, analizó el fotógrafo de rastas.

El Plan 3000 o el Barrio 23 fueron retratados para mostrar la realidad barrial en la que se gestan los movimientos de Evo Morales, en Bolivia, y Hugo Chávez, en Venezuela. Otras series de imágenes digitalizadas y colgadas en la página de la “Sub”, muestran, toma tras toma, la realidad del Bajo Flores o de Barracas, la lucha de los pueblos originarios por sus tierras, los rituales a los santos paganos, las alternativas que presentan las organizaciones sociales para aquellos que han sido despojados por el sistema o la alternativa que propusieron los trabajadores al tomar las fábricas y sostener sus puestos de trabajo luego de la crisis de 2001.

“Hasta ahora, el laburo más colectivo que hicimos fue el de 5 refugiados+5 fotógrafos+5 miradas (exhibido en el Centro Cultural Borges entre septiembre y octubre pasados) fue como un bautismo para nosotros. Nos pasamos días y días con nuestros refugiados, rompiendo cierta barrera que siempre existe entre el fotógrafo y el retratado, para así tomar una confianza que cambiara la situación fotográfica”, detalló el fotógrafo, que dejaba ver desde su remera un par de ojos palestinos enmarcados por uno de esos pañuelos que en nuestro país resignificaron los rollingas.

- ¿Qué pasa cuando laburan de a dos? Porque la cámara ofrece lugar para un solo ojo…
- Se rompe un poco la lógica individualista que tiene todo fotógrafo. La fotografía es, por definición, un arte puramente individual, y el hecho de laburar colectivamente o de a dos te abre un poco la perspectiva. Te saca del centro y aporta más elementos. De todas maneras, cada trabajo es un ejercicio total: está la idea y después la foto, no es sólo el clic.

- Si tuvieran que ubicar el trabajo de la Subcoop como un espacio de arte o periodístico, ¿dónde lo colocarían?
- No lo podemos dividir, apuntamos a que sea las dos cosas. No podemos negar que laburamos para medios y que vivimos de eso, pero en ningún momento pensamos resignar nuestro costado artístico por lo más mediático. Lo nuestro pasa por el arte y por la comunicación.

- ¿Y en relación con lo político?
- Particularmente, intento jugar en el límite. El objetivo sería estar en la línea sin caer en el panfleto ni en la imagen sin sentido.

- ¿El fotorreportaje puede decir más que mil palabras?
- Sí, dos mil. Como fotógrafo, uno siempre cree que está contando historias con imágenes. Hay que ver cómo la gente interpreta cada trabajo, pero da mucho material para procesar. Además, buscamos romper con la lógica de videoclip, porque cualquier fotorreportaje requiere algo del observador: un tiempo, un análisis. Son historias en las que se tiene que ver hasta la última foto, sino pierde sentido.


Sitio: http://www.sub.coop