20.9.10

La estrategia del caracol


Viven en hoteles e inquilinatos, pero los subsidios habitacionales no se están pagando en el Gobierno de la Ciudad. Página/12 ya reveló que la Subsecretaría de Desarrollo Social directamente cerró por falta de plata. Aquí, las historias de quienes pueden terminar en la calle de un día para otro.


Por Nahuel Lag.

Sociedad-Página/12, 20 de septiembre de 2010.- El 7 de septiembre un grupo de familias integrantes del Encuentro por el Derecho a Vivir en la Ciudad –que nuclea a 30 hoteles e inquilinatos que alojan a alrededor de 500 familias en peligro de desalojo– se concentraron en Pavón y Entre Ríos frente a la Subsecretaría de Desarrollo Social para reclamar el incumplimiento y las demoras en la asignación y el pago de los subsidios habitacionales a cargo de la Dirección General de Asistencia Inmediata. Un día más tarde, como ya informó este diario, la respuesta fue el cierre del edificio. Sin saber con precisión cuándo volverá a atender.

“Ya es sistemático, cuando a la ministra (de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal) no le alcanza la plata, baja la ventanilla. Esta es una cuestión de interés político, no puede ser que dejen a la gente en la calle y que sea una odisea conseguir el subsidio cuando el presupuesto está subejecutado”, sentenció Rocío Sánchez Andía, presidenta de la Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña. Este diario intentó comunicarse con el titular de Asistencia Inmediata, Pablo Díaz, pero no encontró respuesta.

De acuerdo con un informe de la Comisión de Vivienda, con datos de la cartera social, en los dos primeros años del gobierno PRO, fueron desalojadas diez familias por día.

Página/12 se acercó a los hoteles –que funcionan como viviendas– e inquilinatos, donde los contratos de alquiler son una excepción, para conocer de cerca las historias de tres mujeres que duermen con la amenaza del desalojo y el sueño de la solución habitacional definitiva.

Lejos de casa

Hasta hace unos meses, Gilda vivía junto a su hija, sus dos nietos, y su yerno en una pieza de dos por tres, con un sobrepiso que habilitaba un espacio más, a un metro del techo, para que durmieran sus nietos, nacidos lejos del Perú natal de la familia. Por estos días, está sola: “Mi hija se fue de la ciudad porque tenía miedo por los niños”.

En realidad, tiene una compañía que hacina. En Lavalle al 3300, Abasto, una puerta pesada de chapa es el ingreso para 25 familias al complejo de piezas que funcionan como comedor-habitación-cocina, armadas con divisiones de durlock sobre la estructura de un antigua casa chorizo. El patio es un largo pasillo que comunica las entradas de las “casas”, hechas de sábanas. En el medio, un cuartito esconde dos duchas para todos los inquilinos y la única canilla de donde sacar agua.

Hasta julio, cuando llegó una carta documento del Juzgado Nacional en lo Civil Nº 98 con la fecha de desalojo, los vecinos pagaban hasta 350 pesos por habitación, sin contrato que lo avalara. Frente a la amenaza del desalojo, Gilda se acercó a Pavón y Entre Ríos.

La mujer había viajado a Perú durante el verano para visitar a su padre enfermo y, según ella, “no le podían dar el subsidio por haberse ido del país”. La única cláusula del Programa de Emergencia Habitacional cercano al argumento por el que le negaron el subsidio es el que obliga a los beneficiarios a tener dos años de residencia en la ciudad. La condición era de un año hasta que el macrismo la modificó en 2008.

Gilda vive hace 15 años en la ciudad. Llegó para trabajar acá y enviar dinero a sus dos hijos para que terminen su educación. “En el Perú no había trabajo, lavaba ropa en la calle y el sol (la moneda peruana) se había devaluado. No podía comprar ni una mazamorra”, recuerda. Para cumplir su objetivo se metió en una “agencia de trabajo” en la que la enviaban a limpiar casas en el día y por la noche le daban una cucheta para dormir por 300 pesos al mes. Como era mucho compartía la cama con otras mujeres.

Después alquiló una casilla y tuvo que aceptar que su hija dejara los estudios para trabajar con ella en una fábrica de almohadas. “Espero que nos permitan acceder a una casa digna. Acá todos trabajamos”, asegura como si tuviera que justificarse. Volvió a cocinar para ganarse la vida. A la noche, entre las ollas, las hornallas y la cocina hará lugar para el colchón.

Por las malas

Estela Urquiza permaneció varios minutos abrazada a su hija, de 11 años, mientras un integrante del Grupo Especial de Operativos Federales (GEOF) le apuntaba con un arma a la cabeza. Las dos estaban sobre la cama matrimonial que apenas cabe en la habitación de dos por cuatro en la que viven junto al papá. Los tres llegaron hace cinco años al Hotel El Cid, de Constitución, “en plan transitorio”, después de que la crisis de 2001 achicara las posibilidades de trabajo y anulara las de pagar el alquiler del departamento.

Allí sobreviven 40 familias, algunas desde hace 20 años. Hasta el año pasado, pagaban hasta 600 pesos por una pieza donde la mesita de luz se usa para comer y donde la humedad es la reina del hogar. Sin embargo, desde entonces enfrentan una causa por “usurpación”. Según los vecinos, los problemas comenzaron cuando la antigua dueña se fue y la reemplazó Carmelo, un hombre que en las reuniones de conciliación en la Justicia aseguró regentear varios hoteles. “Las cosas van a cambiar, vamos a desalojar a todos”, fue la carta de presentación del nuevo encargado, aseguran los vecinos.

Los encargados del operativo del GEOF no presentaron ninguna orden de expulsión aquella noche. “Los chicos quedaron con miedo y los más grandes tememos salir a la calle y no encontrar nada al volver”, cuenta Estela, mientras camina por el patio central del hotel de tres pisos, donde en la noche de la represión “los adolescentes fueron acostados boca abajo y los palos de escoba fotografiados como armas”, recuerda.

En la causa registrada en el Juzgado N° 7 en lo Contravencional y de Faltas de la Ciudad, el fiscal había solicitado el “desalojo preventivo” o de “restitución anticipada” contra los inquilinos, sin permitir su legítima defensa. La medida fue apelada y los vecinos continúan resguardados con el respaldo de organizaciones como el Serpaj.

“No podemos permitir que nos saquen a la calle. El fiscal me recomendó que me vaya por mi nena: ‘¿Voy a agarrar todas mis cosas y me llevás a tu casa?’ le respondí. Se creen que es un capricho nuestro, no se dan cuenta que no tenemos dónde ir”, se desquita Estela.

En un año de negociaciones, la causa pasó por tres juzgados de la ciudad, y no hubo acuerdo en la mesa de diálogo con el gobierno porteño. Los inquilinos no quieren recibir el subsidio habitacional de 700 pesos, ni el monto de los diez meses contemplados por el programa, en un solo pago. “No alcanza para pagar una habitación de hotel y, además, cuando se termina el subsidio estás de nuevo en la calle. Queremos que nos permitan entrar en un plan de pago para tener un techo digno y definitivo”, reclama Estela.

Eterno retorno

“¡Apurate, no tenemos todo el día para vos!” Con esa invitación, un policía de la Federal le daba el ultimátum a Angela Chavarry para irse del hotel Carlos Gardel, en Tucumán al 2200. Junto con ella, 50 familias más fueron expulsadas a la calle, y allí recién se les entregó la orden de desalojo. “Ponían mis cosas en bolsas y las arrojaban por las escaleras. Los muebles se los llevaron en un flete a un depósito judicial y no los pude recuperar”, rememora Angela.

Antes del 8 de julio pasado, las familias habían presentado un amparo ante el juzgado competente para que el gobierno porteño los asistiera. El Ministerio de Desarrollo Social pidió una prórroga de 15 días para responder a la solicitud, con el repetido argumento “no hay plata”. Con la prórroga cumplida llegaron los palos y los fletes. “El gobierno no nos ayudó. Al final del día, un asistente social me ofreció ir a dormir a un parador separándome de mi esposo. Lo rechacé y me ofreció un subsidio que todavía no pude cobrar”, denuncia Angela.

Las primeras semanas durmieron en el local de la Coordinadora de Inquilinos de Buenos Aires (CIBA), amontonados con otras doce familias desalojadas. Mientras tanto el CIBA le consiguió una pieza en otro inquilinato de Caballito. “Si no fuera por la ayuda que recibí de la organización, estaría durmiendo debajo de un puente”, agradece. Otras diez familias viven en las habitaciones del inquilinato, una antigua casa que en el fondo alberga otras construcciones precarias de madera de pino. Hace tiempo que el antiguo dueño dejó de cobrar los alquileres y vendió el terreno con los habitantes adentro. Ahora, una empresa constructura espera el desalojo que tramita en el Juzgado Nacional en lo Civil 96.

Hoy Angela cuida a su niña, que sufre del corazón, y pasa el día sola con los perros que impregnan de olor el inquilinato, mientras los vecinos van y vuelven de sus changas y su marido de una obra en la que le pagan 50 pesos por día en La Plata. “Otra vez esperando un desalojo. Si nos echan de acá, ¿dónde vamos a ir? En las noches me levanto, miro la puerta y me vuelvo a acostar. No sé cuándo van a llegar.”


http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-153446-2010-09-20.html

Vivir en demolición

Por N.L

En Chile 1227, un antiguo edificio de dos plantas está hueco como si fuera el depósito de un barco de ladrillos. Sin embargo, un albañil de la obra no se encarga de remover los escombros sino que controla la entrada. “Lo puso el nuevo dueño, para controlar el movimiento en la casa.” La sospecha es de Mirta González, la inquilina del departamento 4. Para llegar a su casa hay que recorrer todo el pasillo que debería conducir a los departamentos de la planta baja, de los cuales sólo queda la estructura y algunos caños a la vista, y después subir las escaleras.

En el departamento, el piso se hunde sobre una de las esquinas del comedor, los azulejos del baño se rompieron el día que se desprendió el tragaluz por los sacudones de la demolición. Mirta vive allí con sus dos hijos desde 2005, cuando firmó un contrato de alquiler con vencimiento en agosto 2008.

“No hace falta firmar un nuevo contrato, son buenos inquilinos”, reprodujo Mirta las palabras del hombre que le alquilaba el departamento. Ella siguió pagando sin contrato hasta agosto de 2009, cuando el dueño no llegó más a cobrar. “En septiembre me llegó una carta documento de desalojo por adeudar los pagos de abril a agosto”, contó indignada, mientras mostraba el documento con la intimación del supuesto nuevo dueño. El dueño había vendido el edificio con los inquilinos adentro y el nuevo propietario intenta desalojarla. Desde entonces, algunos vecinos comenzaron a irse, “uno de ellos arregló con el nuevo dueño, pero a mí nunca vinieron a hablarme”.

Desde marzo comenzaron a llegar los albañiles para demoler. Ya no queda mucho, y el departamento de Mirta casi flota en el aire. Donde estaba el departamento tres, espera para ser colgado en la fachada el cartel de una empresa constructora que anuncia oficinas.

“En Desarrollo Social se niegan a darme el subsidio. Me piden mil papeles y después me dicen que no son válidos”, apuntó Mirta. Desde que llegó de Salta, hace más de 20 años, trabajó limpiando casas, pero desde que se lesionó el brazo, luego de caer por las escaleras por enredarse en un alambre que quedó de la demolición del departamento cinco, no tiene fuerza ni para pelar una papa.

“En los hoteles no aceptan a familias con chicos, te cierran las puertas y un departamento es imposible, ¿dónde voy a conseguir un garante? Estoy atrapada”, aseguró. Aguantó las lágrimas, el perro corría por todo el departamento, miró las cajas de madera con algunas de sus pertenencias embaladas: “Me voy preparando, dicen que para el desalojo llegan sin avisar”.

Marcos legales del desalojo

- Mañana los legisladores de la oposición Rocío Sánchez Andía, Tito Nenna, Julio Raffo, María América González y Laura García Tuñón presentarán un proyecto para prorrogar la Ley de Emergencia Habitacional, ya prorrogada y con vencimiento en noviembre. La ley rige en la ciudad desde 2004; todos los gobiernos vetaron el artículo que suspende los desalojos de los inmuebles pertenecientes al Estado porteño, con uso para vivienda. Los legisladores presentaron otro proyecto para revertir el veto a la suspensión de los desalojos.

- De acuerdo con un informe de junio de la Defensoría General de la Ciudad, el gobierno porteño impulsó, entre 2008 y 2009, 96 de-salojos administrativos. Entre 1997 y 2007, se habían realizado 22.

- En mayo, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) declaró inconstitucionales dos artículos del decreto 960/08 sancionados por el gobierno PRO que restringía el subsidio de Emergencia Habitacional. Una de las modificaciones introducidas por el decreto que modificaba al 690/06, que exigía situación de calle “efectiva y comprobable”. Las organizaciones denuncian que aún no se cumple con el fallo del TSJ.

- Desde 2008, la competencia en materia de delito de usurpación pasó de manos de la Justicia Nacional a la de la Ciudad. De acuerdo con el artículo 335 del Código Procesal Penal de la Ciudad el juez o el fiscal pueden ordenar la restitución inmediata del inmueble presuntamente usurpado. La Defensoría General advirtió que la medida permite restituir el inmueble “privando de toda objetividad e imparcialidad el procedimiento y anulando la garantía de la defensa en juicio”.

Los números de la discordia

Durante el primer año del PRO, según un informe de la Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña, a partir de datos de la cartera social, hubo 3306 familias desalojadas, a un promedio de 10 familias por día, número que no se redujo en 2009. Para 2010 no hay datos oficiales sobre desalojos, pero el programa de Asistencia a Familias con Alta Vulnerabilidad Social tiene una población destinataria de 10.800 familias a ser asistidas. Dentro de este universo de familias están las que ya se encuentran desalojadas, las que están en situación de calle y las que continúan recibiendo un subsidio ya otorgado.

“El gobierno porteño debería realizar una estadística seria, pero no quiere que la problemática se difunda y se conozca su gravedad”, apuntó Jorge Abasto, integrante de la Coordinadora de Inquilinos de Buenos Aires (CIBA). Según cálculos de esa organización, el número de familias desalojadas llega a las cinco mil por año, por lo que, con un promedio generoso de cuatro integrantes por familia, serían 20 mil las personas que cada año quedan en la calle.

Para Rafael Atuati, de la Comisión de Paz y Justicia de la Parroquia Corazón de María, que junto a CIBA y otras organizaciones forman el Encuentro por el Derecho a Vivir en la Ciudad, el problema de la falta de respuestas a la emergencia “no es la falta de presupuesto sino la intención del gobierno macrista de expulsar a los pobres de la ciudad”. “Es sospechoso que digan que no hay plata cuando el Presupuesto de Desarrollo Social y el del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) están subejectuados”, apuntó Atuati.

10.9.10

El Feder: "el arte permite salir de los canales habituales y no esperar que las cosas pasen".-



El jóven de Burzaco es uno de los tantos artistas callejeros que deja su huella en las paredes del Conurbano para difundir su arte y dejar su mensaje. Con un par de aerosoles en su mochila y la compañía de Valentina B, Federico Martínez sale a pintar (intervenir) paredes y por sus trabajos ya fue convocado a participar de una muestra en el Palais de Glace y sus stencils se difunden en marcas comerciales. Más allá de eso, el artista sostiene que "es importante que el arte se difunda" para darle más relevancia a su obra completa.

Por Nahuel Lag
Fotografía de Ignacio Martínez Aquino


Buenos Aires, septiembre 10 (Agencia NAN-2010).- Por el tamaño de las orejas, que de poco le sirvieron para escuchar el reclamo mundial por la paz, podría asociarse al ex presidente norteamericano George Bush con Dumbo. Pero el grupo BsAs Stencil le puso las orejas del ratón más famoso de las películas infantiles y se burló: "Disney War". "¡Guau!", exclamó El Feder cuando vio el stencil sobre una de las tantas paredes porteñas en las que se reprodujo. "Ahí estaba: una técnica sencilla que puede ser utilizada por cualquiera, pero con una vuelta de tuerca. Me hizo un click, podía llevar a la calle diseños, ideas y dibujos", garabateó Federico Martínez Aquino, el joven diseñador detrás del A.K.A (Also Known As, o su pseudónimo, digamos) que desde su taller en Burzaco apuesta al arte autogestivo para "poder salir de los canales habituales, ser independiente y no esperar a que las cosas pasen”, pese a que no reniega de las posibilidades abiertas por las grandes marcas en post de "difundir el arte y poder vivir” de lo que más le gusta.

La obra más fresquita de El Feder lleva unos quince días dando color a la esquina de Pellegrini y Boedo, en el centro de Lomas de Zamora, en una pared cedida por un banco internacional. Como toda obra callejera, juega a ser una "muestra permanente". Sin embargo, con varias cuadras pateadas en busca de paredes que le permitan descargar sus latas de aerosol y pintura, el diseñador de de la zona sur se alegra: "Pasé hace unos días y está intacta, todavía".

El miedo del artista callejero no pasa tanto por si alguien interviene sobre la obra y la agrega nuevos sentidos, eso es positivo y hasta abre la posibilidad a un pequeño duelo de respuestas artísticas con la pared como canal. El problema es que "le escarchen una firma", explicó el artista. La firma está más relacionada al graffiti, hijo directo del hip-hop newyorkino, que consta en estampar un pseudónimo por todos lados, y respetando los códigos sólo se puede tapar con una "bomba", o sea, una firma más grande que lleva más trabajo, al menos, dos latas de distintos colores. Con las obras murales del stencil es más difícil tapar la obra, pero hay maneras y maneras de intervenirla.

Los códigos ahora están claros, pero para El Feder la historia empezó en 2003 con la visión del Bush orejudo. Entonces, inspirados por el diseño y por el nombre del grupo de artistas, El Feder junto a Valentina Buratti (Valentina B) formaron Burzaco Stencil, un binomio artístico que hasta 2007 los llevó a dar sus primeros pasos en el arte callejero a pura radiografía, cutter, ideas y aerosol, con la mayoría de edad recién cumplida. "La consigna era pintar por todos lados", recordó el artista. Ahí empezó a gestarse esto del "arte conurbano" que Federico asegura no es más que un juego de palabras para diferenciarse de la "elite de capital", pero tuvo sus características.

Las primeras pintadas en Burzaco no fueron a la noche escapando de la policía o buscando una pared entre tanto artista callejero que da vueltas por la capital, sino en los mediodías de siesta en esa localidad de Almirante Brown. Por esos días, las stencil estaban impregnados de la influencia que según El Feder lo movilizan y que también lo llevaron a realizar trabajos gráficos para Rastrillo Records: “Siempre hay referencias al universo punk y hardcore, desde pendejo descubrí esa música y es la que me mueve. El mensaje de
do it yourself, el hazlo tu mismo. No hay que esperar a nadie, las cosas las tenés que generar vos".

Fue en una siesta que con Valentina B salieron los cuatro cuerpos de los muchachos de Queens que se hacían llamar Ramones. Los dejaron, desafiantes, sobre una pared y los parafrasearon: “Today Burzaco, Tomorrow the world”. Los BurzacoStencil también se animaron a parafrasear a personajes de la cultura televisiva y fue replicada por latas ajenas y estampadas en remeras. "Había gente que me decía: 'Vi el stencil en tal lugar, ¿estuviste por ahí?' Y yo les decía que no. Eso estaba buenísimo era un reconocimiento. Pero también nos tocó ver que estampen remeras y las vendan en locales de La Bond Street sin nuestro permiso", recordó El Feder sobre los stencil de la cara de la señora Mirtha Legrand y su "Carajo, mierda" o la frase de Roberto Galán: "Hay que besarse más", ilustrada con las lenguas de un par de mujeres apunto de encontrarse.

Para entonces, el artista del conurbano ya había abandonado la carrera de psicología y se había pasado a diseño gráfico: “No la podía patear más, pasaba más tiempo pensando o recortando stencils que leyendo para psicología". También llegarían las muestras de BurzacoStencil en el Centro Cultural Recoleta (CCR) y la publicación de sus trabajos en los libros 1000 Stencil y Hasta la Victoria Stencil! La exposición en una galería y la consolidación de los artistas callejeros abrieron una pregunta existencial que aún hoy se mantiene en tensión: "Cuando nos invitaron al CCR pensábamos en participar o no. Por un lado éramos artistas callejeros y la calle era nuestro lugar, si pintábamos en una galería perdía la esencia. Pero en un punto pensamos que lo mejor que podía pasar era que nuestro arte se difunda".

El camino de El Feder siguió de forma independiente y alcanzó en 2008 a exponer también en el Palais de Glace junto a otros 72 artistas, que no pasaban el cuarto de siglo, en la muestra Ficus Repens (Enamorados del muro). También fue convocado para participar en campañas de marcas deportivas internacionales. Pero ni la introducción del arte callejero a las galerías ni la absorción a cargo del marketing alteran al joven de Burzaco: "Varias veces pensé que la disciplina había llegado a la cresta de la ola, que no había nada más que hacer. Veía el stencil en remeras de Levis marca y hasta en campañas publicitarias de Cartoon Network, y pensé que el stencil moría absorbido por el sistema, pero cada año más gente sale a pintar a las calles y se renueva, y me sorprende. Mientras que cuando aceptó participar en una campaña es para poder vivir de lo que me gusta hacer".

Lejos de alarmarse, El Feder disfruta que el stencil esté institucionalizado hasta en las calles y que la gente, ahora, sea capaz de ceder una pared para que se realice una pintada. Los tiempos de pintar con la cara tapada "para darle más relevancia a la obra que al artista" ya los dejó atrás porque ya no tiene sentido cuando se participa con un nombre y el arte de cada uno se difunde.

La obra del diseñador de Burzaco anda por estos días por los caminos productivos del CAOS. La palabra suele aparecer en los murales repletos de imágenes etéreas que repite el estilo de la cultura del video-clip: “Primero que la pared, el diseño que surge a partir de ojear revistas, de volantes que junto, imágenes de internet, cosas que me gustan y voy guardando.

Después, la idea es jugar con el stencil en una multiplicación de capas para ir generando nuevas significaciones, con las mismas matrices". Aunque la galería de El Feder es la calle no busca la aprobación de su obra ni interpelar al público con un mensaje directo: "lo dejo a criterio del transeúnte puede darle la misma significación que nosotros u otra". La pelea del joven ficus-stencil es contra la polución publicitaria: "si la gente tiene que bancarse un montón de publicidades por todos lados por qué no embellecer la ciudad con las imágenes".

Entre paredes, aerosoles en paredes, o eventualmente para campañas, el camino de El Feder es el autogestivo y entonces abre los horizontes a la serigrafía (para estampar remeras o crear stickers) y la producción de fanzines, esa técnica que permite reproducir a pura fotocopia: diseños, bocetos y todo delirio gráfico. Y porqué no una alternativa de vida: "el fanzine permite llevar tu obra a un formato más accesible sin la necesidad de venderla a 500 pesos".

Entonces, el do it yourself del punk es el espíritu que El Feder busca en lo autogestivo: "Es algo muy positivo porque te permite encontrar a gente que quiere expresarse y comparte los valores del hazlo tu mismo y lo hace porque quiere expresarse y no por un billete. La autogestión ya sea desde fanzines a estampar tus remeras, habla de generar y no quedarse dormido esperando. Poder salir de los canales habituales, ser independiente y no esperar que las cosas pasen”.

Sitio El Feder: http://www.elfeder.com.ar/
Sitio BurzacoStencil: http://www.burzacostencil.com.ar/