23.9.09

La fotografía como autorretrato del día a día de las sociedades.-


Las propuestas del encuentro que ofrecen hace más de diez años, una recorrida por el camino que la práctica fotográfica realizó y realiza encarnada en la trama social argentina, y la participación que tuvo y tiene en los fenómenos que la sobresaltaron son algunos de los puntos que la socióloga Silvia Pérez amplió entrevistada por Agencia NAN, a días de inaugurar la sexta edición de las jornadas de Fotografía y Sociedad, en la UBA. "Sin las nuevas tecnologías hubiese sido muy difícil hacer contrainformación mediante la fotografía", analizó.


Por Nahuel Lag
Fotografía de las V Jornadas Fotografía y Sociedad

Buenos Aires, septiembre 23 (Agencia NAN-2009).- Entender lo que pasa en el día a día de la sociedad es trabajo difícil para quien no logra hacerse del tiempo necesario para detenerse y meditar. Analizar los cerca de 150 años que la fotografía lleva como parte de la vida moderna precisaría, sin dudas, más de un debate mañanero, mate o café de por medio. Una opción para avanzar con rapidez en la historia de este arte (¿o ciencia?) sería saltar del repaso de los estudios del positivismo del siglo XIX --con el temor del fin de las artes plásticas--, al surgimiento de la teoría Crítica a mediados del XX --con Walter Benjamín a la cabeza--; luego un salto más hasta principios de la década del 60, con los análisis de Pierre Bourdieu; y un último hasta llegar, años más tarde, a Roland Barthes. Eso sin salir de Europa, pero ¿en Argentina qué pasa con la fotografía? "En el país no había un espacio donde pudiera ser abordada en un sentido amplio, que incluyera los distintos discursos de las ciencias sociales. Para 1997, la investigación en ese ámbito era casi inexistente." El resumen en retrospectiva pertenece a la fotógrafa y socióloga Silvia Pérez Fernández, que hace 12 años abrió las primeras jornadas de Fotografía y Sociedad desde la UBA. Este viernes y sábado llegará la sexta edición, en la que fotógrafos y académicos locales, de Brasil, Uruguay, Chile y México participarán de mesas de debate abiertas al público en general, que también podrá disfrutar de proyecciones.

Desde su primera edición las jornadas de Fotografía y Sociedad --que se realizan en forma bianual desde 1997, con un sólo intervalo de cuatro años hasta 2001-- tuvieron el objetivo de generar un espacio donde confluyeran fotógrafos, docentes e investigadores de las ciencias sociales. Pero, ¿cómo se explica este intento de abordar a la fotografía como objeto de estudio desde varias disciplinas de las ciencias sociales? Según Pérez, la utilización de la fotografía puede abordarse de dos maneras: como objeto de análisis y reflexión y/o como instrumento de investigación. "El primer modo apunta a la fotografía como producto sociocultural que permite hilar las dimensiones que hacen a la práctica fotográfica. Por ejemplo, la masificación que adquirió a partir de su inserción hogareña, lo que la llegó a igualar con el cine. Esa masividad la hace susceptible de un análisis desde las ciencias sociales en tanto producto y forma de prácticas culturales extendidas".

¿Por ejemplo? "Un álbum de fotos familiar es un disparador de la memoria para reconstruir un relato –continúa la investigadora--. Así, la antropología fue la primera en usarla como instrumento metodológico de investigación, en el siglo XIX, para construir el discurso positivista de entonces: el registro de lo otro, lo diferente, lo exótico, lo salvaje. En la actualidad, tomando registros periódicos en Florida y Corrientes, por ejemplo, podríamos codificar, cuantificar y analizar cómo se viste la gente en la Ciudad de Buenos Aires". Con el correr de las jornadas y el pasar de especialistas por las mesas, el espacio de debate generado desde la Facultad de Sociales llegó a ser productor de material de investigación. Por iniciativa de Fernández y con la dirección compartida con Eduardo Garaglia, las ponencias y textos exclusivos se publican en la revista-libro Ojos Crueles, que tuvo su primera edición en 2004 y este año tendrá su cuarto número.

-- Una investigación interesante es la que estás realizando para tu tesis de doctorado, acerca de la fotografía contemporánea en el período 1983-2001. ¿Qué podés adelantar?
-- Me interesó pensar cuánto de los contextos sociales y políticos incidió en las transformaciones de la fotografía en la Ciudad de Buenos Aires, el lugar del país que concentra mayor actividad fotográfica; y cómo aquellas se cruzaban con la evolución misma de la actividad, ya que a mediados de la década de 1980 aparecen con fuerza las nuevas tecnologías, después de 160 años de fotografía analógica.

-- ¿Qué se destaca del inicio de tu período de estudio?
-- A principios de los 80s, el actor social relevante en el ámbito fotográfico fue el reportero gráfico, que actuó como punta de lanza contra la dictadura. En 1981, tres meses antes de la primera acción del movimiento obrero contra el gobierno de facto, la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (Argra) organizó su primera muestra, con el objetivo de mostrar las fotos censuradas por los grandes medios o autocensuradas por los propios fotógrafos. Algunos también se encargaron de mandar las primeras fotos de la represión a los movimientos de derechos humanos en el exterior. Aquella muestra fue para la fotografía lo que Teatro Abierto a la dramaturgia. Y con el retorno a la democracia, los reporteros continuaron siendo protagonistas de esa época de movilización en las calles y juicio a las juntas militares. En el plano artístico, hay que pensar en los fotógrafos nucleados en fotoclubes y la aparición de los fotógrafos autodenominados independientes que buscaron romper con la lógica del fotoclub.

-- ¿Y qué ocurre al otro extremo del período, en 2001?
-- Es una etapa que vuelve a estar marcada por la sociedad en las calles. Con la diferencia de que los fotógrafos ya no están nucleados sindicalmente, como era el caso de Argra. La concentración de los medios de comunicación realizada durante el menemismo absorbió la mano de obra de fotógrafos y flexibilizó la relación laboral. Los fotoreporteros perdieron fuerza política como sindicato. No obstante, empezaron a emerger grupos de fotógrafos vinculados con movimientos de desocupados. Este fenómeno cobró máxima visibilidad en 2001, cuando se podía ver hasta en la televisión a fotógrafos retratando aquellos días, muchos pertenecientes a colectivos que nacían en las calles del 2001.

-- ¿Cuánto influyó internet como espacio de difusión de ésos nuevos colectivos?
-- No hay dudas de que las nuevas tecnologías facilitaron la difusión de este tipo de fotografía porque de otra manera hubiese sido muy difícil hacer contrainformación. Una herramienta como internet se relaciona con los sectores subalternos que buscan una comunicación diferente. Esto tiene un carácter democratizador, aunque los grandes medios sigan teniendo el control del campo. Pero sí, es muy importante la vinculación de los movimientos sociales con estos grupos surgidos de manera contestataria, aunque de no haber mediado esas nuevas herramientas, habría sido más complejo que pudieran tener la relevancia política alcanzada.

-- En las jornadas hay una mesa que nunca falta: Estética y Técnica. ¿Cómo influye en ellas la tecnologización de la disciplina?
-- Si la fotografía es técnica o es arte es una discusión que está desde su nacimiento. Sin embargo, a mediados de la década de 1990, a nivel mundial resurgió la intención de entrar a museos y espacios de arte por parte de los fotógrafos. La foto se trasviste tanto como pintura, como parte de instalaciones, y también se ubica en el límite sinuoso entre video y foto. Entonces, el intento de que la fotografía se consagre en esos espacios pone a las tecnologías digitales como una herramienta potente donde la foto puede disfrazar el legado técnico y facilita el darle un tratado más similar al de una pintura que al de una imagen. Si bien hay que preguntarse qué aporta la técnica digital, lo que hace es reactualizar un debate muy viejo.

-- ¿Y qué ocurre con la técnica en épocas de masividad de cámaras digitales?
-- A nivel más popular hay que preguntarse qué va a pasar con las cámaras de compra masiva que vienen con un programa para fotografiar a la gente sonriendo (la fotografía con SmileShot será una de las ponencias) y se debe desprogramar para sacar una foto en una postura normal. Este tipo de intervención de la fotografía nos ubica en un momento de quiebre, en el sentido de que hace 15 años era absurdo pensar que con una cámara se iba a poder sacar fotos a la gente en su quehacer cotidiano o en situaciones críticas. Habrá que ver qué consecuencias traerá a mediano y largo plazo esta imposición de formatos en el consumo generalizado.

“Archivos y políticas públicas en fotografía”, “Derechos de autor”, “Fotografía y dictadura/ posdictadura”, “Fotografía y memoria”, serán las otras mesas de ponencias que podrán escucharse desde las 10 y hasta las 19 del próximo viernes y sábado. El cierre llegará con una novedad en las propuestas a debatir: “Desde hace tiempo veníamos recibiendo ponencias que posicionaban a la fotografía como instrumento desde lo terapéutico en los psiquiátricos y en experiencias de capacitación a integrantes de movimientos sociales. Y no estaban tenían lugar porque no estaban pensados en términos académicos”, explicó sobre la creación de la mesa “Experiencias de formación y producción con sectores excluidos”.

-- ¿Cuál es la importancia de este nuevo tipo de intervención con la fotografía como herramienta?
-- Permite construir un propio relato para sectores que aparecen estigmatizados por los grandes medios, que muestran la vida de los asentamientos y villas, de maneras que distan de lo que es la vida social y comunitaria en esos lugares. Además de que, en muchos casos, abren espacios de comunicación para los jóvenes, una salida laboral, o permiten conservar la historia de los movimientos.

* Las VI Jornadas de Fotografía y Sociedad ocurrirán el viernes 25 y el sábado 26 de septiembre en la Facultad de Ciencias Sociales-UBA, Ramos Mejía 841.

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