18.11.09

"Intensidades de Mujer" en el Bauen.-

El hotel recuperado por sus trabajadores fue el escenario donde algunas de las 18 mujeres presas o en libertad desde hace no mucho tiempo, junto con el ideólogo y coordinador del proyecto, el periodista Oscar Castelnovo, presentaron un libro que, además de compendiar cuentos, poemas y cartas escritas por ellas tras las rejas, pone a disposición de quien lo lea un informe sobre el estado de quienes habitan las cárceles bonaerenses.

Por Nahuel Lag
Fotografía de Sofía Lobo

Buenos Aires, noviembre 18 (Agencia NAN-2009).- “La Rusita” pasó casi dos años recluida en la Unidad Penitenciaria de Ezeiza y ahí se encontró con la literatura como un puente a la libertad. “Había que buscar una salida y yo encontré la libertad escribiendo”, recuerda. Es que hace tres años que consiguió caminar las calles y lo hace todos los días mientras se gana unos pesos paseando perros por la ciudad de Buenos Aires. Hoy habló con Agencia NAN sentada en una escalara, en las puertas del salón de eventos del Hotel Bauen, mientras esperaba que llegaran los invitados a la presentación del libro Intensidades de Mujer, una producción que recopila aquellos textos que la ayudaron a “salir de adentro” junto a los de otras 18 mujeres que fueron sus compañeras. Textos que hablan de la bronca de los derechos vulnerados, de la pasión del amor tras las rejas y de las ansias de Libertad, aunque algunas de ellas siguen recluidas.

Oscar Castelnovo es coordinador e ideólogo del libro que dedica “a las chicas de Ezeiza: Para la Libertad”. Oscar es periodista y llegó a conocer a todas las escritoras porque entra a los penales para tomar notas de sus historias y denunciarlas, pero también para brindar talleres periodísticos. Ese compromiso produjo que lo directivos del penal le prohibieran la entrada por nueve meses. Con “La Rusita” se conocieron en un colectivo cuando él iba comentando uno de sus textos publicado en una revista del penal y ella de visita al lugar donde “te inspira desde al maltrato hasta el no poder ver un atardecer”. Su manera de superarlo fue “escribir con ironía, escribir cuentos eróticos. Imaginate, ahí adentro rajas las paredes”, se ríe “La Rusita” de aquel pasado de pabellones repletos de mujeres donde la soledad no es posible, donde suena cumbia y rock and roll y donde los amoríos también existen.

En el salón ya están todos acomodados: amigos, familiares, integrantes de organizaciones sociales y de Derechos Humanos, militantes. La escritora en libertad se levanta y va a ocupar su asiento; está ansiosa por ver a sus compañeras que con el permiso de los jueces debían venir en micro desde Ezeiza. Entre ellas, “La Galle” --hija de desaparecidos, militante de H.I.J.O.S., condenada a 30 años por la justicia brasilera por un secuestro en el que quedaron dudas sobre su participación-- y Claudia Sobrero –condenado a cadena perpetua por asesinato, recibida de Socióloga dentro del penal e impulsora de talleres de arte--. No podrá hacerlo ya que, celadores y Servicio Penitenciario mediante, no lograron llegar al Bauen.

Tras la noticia, “La Rusita” reconocerá que no la sorprende. El cronista tampoco se sorprende cuando recuerda las palabras de la rubia que hoy tiene sus textos editados: “Una vez me encontraron un texto en la celda y me dijeron: ahora el pabellón se pone hippón”.

Está tapada con un velo blanco, no tiene rostro, no tiene identidad. Comienza a abalanzarse entre las rejas, comienza a abrir puertas: una, dos, tres, cuatro. Su rostro ya se ve, aunque tenso. También su cuerpo. Parece que es la última puerta. Se escuchan los pájaros, el aire en la cara. El cuerpo se descontractura. Recuperó su libertad. Es la actriz Mirta Israel interpretando cualquiera de los textos de las 18 mujeres.

Oscar toma la palabra y avisa que “este no será un acto protocolar toma-tú-que-te-toca-a-ti”. Y va a quedar claro, los focos iluminarán toda la velada a una mesa y a un juego de sillas que, ubicados en el centro del escenario, quedarán vacíos por el resto de la velada hasta el final. Los oradores subirán, tomarán el micrófono, dirán sus palabras de pie y bajaran a mezclarse entre el resto de los pares. Libertad.

La primera en tomar la palabra es María del Carmén Verdú, abogado integrante de la Correpi, que no dio vueltas: “En los últimos diez años la cantidad de presos en Argentina se duplicaron; estar preso es la segunda causa de muerte provocada por la fuerzas de seguridad estatales; el 39 por ciento no tiene condena; hay una hacinamiento del 700 por ciento”. Es que el libro no es sólo un compendio de los trabajos que ellas realizaron dentro del penal, sino que también cuenta con un anexo documental en el que se resume el Informe 2009 del Comité contra la Tortura sobre las cárceles bonaerenses y una entrevista a la directora Ejecutiva del comité.

“Wally” hoy está en libertad y en muletas llegó hasta el Bauen para participar de la presentación del libro editado por América Libre, en el que aparecen también sus textos. América Libre, a diferencia de la primera editorial que se encargaría de llevarlo a las calles, no puso reparos ni en las denuncias, ni en las escenas de amor lésbico de los cuentos. Toda la sala se mantiene en silencio mientras ella relata en primera persona uno de sus escritos, aquel en el que cuenta los encuentros en una pieza de Devoto con su esposo cuando él, como ella, estaba preso. “No sólo las cárceles tienen rejas, afuera también las hay. Cuando salimos nadie nos tendió una mano. El libro es importante para no nos prejuzguen”, explicó la mujer que estuvo dos años y nueve meses presa para luego ser sobreseída de culpa y cargo.

Lidia fue la tercera escritora que participó de la presentación y recordó que en el taller literario del penal “estaba más libre que los uniformados. Pero al salir sufrió la cadena perpetua” que impone la sociedad. A Lidia la rechazaron de 30 trabajos y participa del Foro de Encierro del Inadi por el reconocimiento de los derechos de los recluidos. “El dolor del encierro hay que expresarlo a través de libros o pinturas, es necesario”, resaltó.

Entonces, tanto hablar de textos y relatos dio sed de arte. La locutora Liliana Downes se hizo un lugar en el escenario para recitar la “Entrevista a un par de zapatos viejos”, de puño y letra de Belén, que lleva dos años en el penal de Ezeiza.

Pero no hay escritoras sin taller. Alcira Daroqui es una de las profesoras del taller literario del Penal. “Subo con el libro porque me sostiene”, aseguró. “La memoria sólo es posible al poner en diálogo el pasado y el presente. Y en el presente está este libro que es una puerta hacia el afuera, es una práctica de resistencia. Hay que celebrar la palabra”, escribió en el aire Daroqui.

Con tantas personas presentes que pelean con la palabra libertad como zanahoria no faltaron las referencias repetidas a Osvaldo Bayer, que no faltó a la velada. Según el historiador ya estaba todo dicho y documentado por los presentes y por un libro que hay que “promocionar para que se lea en las universidades y en el último año del secundario”. Entonces, fue sintético y resumió el espíritu de la producción literaria citando un fragmento del himno nacional: “ved en trono a la noble igualdad. Libertad. Libertad. Libertad”.

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